MUNDO
21 de julio de 2014
La tumba de Borges es vecina de la de una escritora y prostituta
El escritor murió en Suiza en 1986 y fue enterrado allí. Grisélidis Réal, nacida en Lausana, pasó su infancia en Alejandría, estudió arte en Zurich y, en el apogeo de la Guerra Fría, se convirtió en la prostituta más valorada de Ginebra y Munich.
No sólo la lápida de piedra blanca con frases en inglés y en escandinavo antiguo contiene los misterios de la tumba de Jorge Luis Borges. El genial escritor argentino murió en Ginebra en 1986 y allí fue enterrado bajo un árbol, llamado if, que florece en los años impares. La lápida con sus inscripciones, para muchos indescifrables, fue el homenaje de su viuda, María Kodama. Pero, casi al lado de la tumba de Borges, hay otra que la sombra del árbol if también alcanza a proteger. A pocos pasos y rodeada por una diminuta verja de madera se alcanza a ver donde yace Grisélidis Réal. Una sencilla placa metálica parece decirlo todo: “Ecrivain-Peintre-Prostituée, 1929-2005” (escritora, pintora, prostituta).
Grisélidis, nacida en Lausana, Suiza, pasó su infancia con su padre en Alejandría y Atenas, estudió arte en Zurich hasta que en 1961, en el apogeo de la Guerra Fría y cuando Suiza era un centro de espías de todos los bandos, se convirtió en la prostituta más valorada de Ginebra y luego de Munich.
En Alemania era una de las figuras del burdel Schwabing. Entre sus libros, que son pocos, se encuentran títulos provocativos: El polvo imaginario y El negro es un color, escrito con alto voltaje erótico en homenaje a uno de sus amantes.
Fue defensora de los inmigrantes y de los marginales. Y se consideraba precursora del feminismo. Sus pinturas no trascendieron.
Antes de morir, Grisélidis insistió en ser merecedora de un reconocimiento y exigió ser enterrada en Plainpalais, una especie de templo al aire libre en el corazón de Ginebra al final de la rue de la Sinagogue, con el césped recién cortado y ese aire fresco que sopla desde el lago Leman.
Tal vez, por haberse inspirado en esa frase extraída de un poema sajón y traducida como “y que no temieran” que corona la lápida de Borges, Grisélidis batalló hasta el final.
Y lo logró con un entierro que mezcló a los desamparados con la elite de funcionarios de organismos internacionales y hasta con algún propietario de las marcas de relojes de lujo. Cuenta la leyenda que era una persona de baja cuna y de alta cama.
¿Qué diría Borges? Como si se tratara de la intrusa de su cuento, Clarín le consultó a María Kodama, el pasado 14 de julio en la embajada de Francia en Buenos Aires. Kodama solo atinó a decir: “No me hables, estoy indignada”.
Plainpalais, conocido también como el cementerio de los reyes, tiene casi tres manzanas y se ubica en el centro de Ginebra. En otro símbolo de lo que es Argentina, Borges y el compositor Alberto Ginastera, ambos nacidos en Buenos Aires, son los únicos del continente americano allí. Están junto a Jean Calvino, el gran reformador del cristianismo, los escritores Robert Musil y Denis de Rougemont y el psicólogo Jean Piaget. La dirección exacta es 10 de la rue des Rois. Abre todos los días de 7.30 a 19.