MUNDO
16 de junio de 2014
El Papa criticó a los poderosos que se enriquecen 'mágicamente'
Los daños de esta conducta corrupta los pagan los pobres, dijo Francisco. Se refirió a los políticos, pero también a los empresarios y a los eclesiásticos; a todos los que tienen autoridad sobre los demás
el Sumo Pontífice volvió a referirse al pecado de la corrupción en duros términos. Es algo que "se repite continuamente entre los que tienen poder material o poder político o poder espiritual", dijo, durante la homilía en la misa en Santa Marta.
"En los periódicos leemos muchas veces: ah, fue llevado al tribunal aquel político que se ha enriquecido mágicamente (...), fue llevado a la Corte aquel jefe de empresa mágicamente enriquecido, es decir, por la explotación de sus trabajadores. Se habla demasiado de un prelado que se ha enriquecido mucho y ha dejado su deber pastoral para cuidar su poder. Así, los corruptos políticos, los corruptos de los negocios y los corruptos eclesiásticos. Están por todas partes. Y tenemos que decir la verdad: la corrupción es precisamente 'el' pecado 'a mano", que tiene aquella persona con autoridad sobre los demás, sea económica, política, o eclesiástica. Todos somos tentados por la corrupción. (...) Porque cuando uno tiene autoridad, se siente poderoso, se siente casi Dios".
También señaló que el poderoso se va corrompiendo a lo largo del "camino de la propia seguridad". Es decir que, con el bienestar, el dinero, el poder, la vanidad, el orgullo... se siente capaz de todo. "Incluso matar", sostuvo. Pero esa "corrupción, en realidad, la paga el pobre", no el que le da la coima o el porcentaje al poderoso. Ese es solo un intermediario.
"Si hablamos de los corruptos políticos o de los economistas corruptos, ¿quién paga esto? Lo pagan los hospitales sin medicinas, los enfermos que no tienen cuidados, los niños sin educación –enumeró Francisco–. ¿Y quién paga la corrupción de un prelado? La pagan los niños, que no saben hacerse el signo de la cruz, que no saben la catequesis, que no son cuidados; la pagan los enfermos que no son visitados, los encarcelados que no tienen atención espiritual. Los pobres pagan. La corrupción la pagan los pobres: pobres materiales, pobres espirituales".
"El único camino para salir de la corrupción –agregó–, el único camino para vencer la tentación, es el servicio". Porque la corrupción viene del orgullo, de la soberbia; y "el servicio, la caridad, es hacerse humilde para ayudar a los demás".
El Papa concluyó su homilía convocando a los presentes a rezar por los que son víctimas, lo que "pagan" la corrupción política, económica y eclesiástica.