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GENTE

27 de septiembre de 2014

Tomás Abraham: "Está de moda justificar el crimen con la desigualad social"

El reconocido filósofo habló sobre su último libro, que analiza la obra de William Shakespeare, y dio su opinión acerca de los recientes episodios de inseguridad, la economía y la actualidad política. "Cristina Kirchner perdió el rumbo", afirmó

Usted ha escrito sobre una variedad de temas, filosofía, política, fútbol, televisión. ¿Por qué un libro sobre Shakespeare?

Quería escribir sobre algo que no fuera filosofía en sentido estricto, es decir, un filósofo reconocido como tal por el canon filosófico, ni agregar nada a nuevos análisis de la actualidad nacional. No es el primer texto que escribo sobre literatura, "Situaciones postales", y "Fricciones" en los que hablo de Gombrowicz, Schulz, Isaac Singer, Wittkiewicz, Piglia, Aira, Artaud, Nabokov y Artaud, se suman a escritos sobre Pessoa, Kertesz, Marai, Amélie Nothomb, que también concitaron mi interés. Esta vez busqué el sintetizador universal de la palabra "literatura", como lo es Platón para la filosofía, y surgió el nombre de Shakespeare.   -Su opinión, que expresa desde el título del libro, es que Shakespeare representa la antifilosofía. ¿Podría ampliar ese concepto? La voluntad de saber filosófica busca ordenar a los pensamientos en sistemas, y el Bardo inglés es inasible, se escurre por todas partes, y oficia de piedra de toque o espejo de sus intérpretes. Todas las variantes del contextualismo, de los biografismos, de la semiótica, rebotan y se cruzan en el universo de la hermenéutica sin tocarlo. Le son tangenciales.   -Reconoce que no estaba demasiado versado en su obra antes de ponerse a estudiarla. ¿Qué rasgos lo sorprendieron más tras su lectura? Voy a decir una obviedad: su versatilidad, su capacidad de metamorfosis, la riqueza de sus imágenes literarias, su conocimiento de las pasiones humanas y la fuerza vital de sus personajes.   -Usted asegura que el de Shakespeare no es un teatro "de tesis". Sin embargo, se suele analizar sus obras en busca de reflexiones sobre la "condición humana". ¿Es inapropiada esta búsqueda de significados universales en sus textos? Harold Bloom nos da una pista cuando señala que Shakespeare ha inventado lo humano. Debemos comprenderlo en el sentido que las experiencias del ser humano han sido llevadas por él hasta sus límites, hasta el umbral en el que aparece la locura. Y es en esos bordes en que a veces aparece la verdad desnuda. Pero lejos está Shakespeare de dar lecciones de moral, de sentido de la vida o de belleza por doquier.   -Uno de las grandes polémicas vinculadas a Shakespeare, que usted aborda en el libro, tienen que ver con que si el personaje de Shylock es una caracterización ofensiva hacia los judíos, y por lo tanto si Shakespeare era antisemita. ¿Cuál es su postura? Mi postura es que El mercader de Venecia muestra la perversión de una serie de personajes que logran la felicidad volviendo loco al judío. No es una obra antisemita a pesar de usar una caricatura de época y un oficio de prestamista típico de aquellos tiempos. Pero no hay personaje virtuoso en la obra. Es una comedia con un final feliz de seres pobres de espíritu de una probada tacañería moral, me refiero a los que castigaron a Shylock.   -Usted afirma que Shakespeare no escribía para ser un escritor encuadernado, sino como un productor y actor de teatro. ¿Esta reverencia que despierta su obra es merecida en su opinión? No hay medida para eso, es lo que es. Es un enorme escritor, de una inventiva fuera de lo común. No tiene parangón con otros dramaturgos isabelinos, incluídos los más talentosos como Marlowe.       -Actores de primera línea como Al Pacino, Orson Welles, Kenneth Branagh y Alfredo Alcón han sido algunos de lo que se han metido en la piel de sus personajes. ¿Tiene alguna interpretación favorita? Todas fracasan, también las mejores. Shakespeare se compone de palabras destinadas a cuerpos en acción, pero esas palabras viven en el texto, y se convierten en otra cosa en la representación. Todos los nombrados son buenos actores, pero las obras son adaptaciones a tiempos reducidos, a veces con menos personajes, y seleccionan las anécdotas ornamentadas por recitados que a veces los hacen insoportables, más aún si duraran las horas que exige el texto. La belleza del fraseo que disfrutaba la audiencia isabelina, es irrecuperable, no sólo por la lengua de época, sino por la sensibilidad de una sociedad y de una cultura cuya apreciación de los espectáculos populares como el teatro, es inconmensurable con nuestros tiempos. Para nosotros, Shakespeare ya no es popular sino serio, de la alta cultura o adaptado a una historieta.   -¿Y cuál es su obra de Shakespeare preferida? Elegí tres: El rey Lear, El mercader de Venecia, Hamlet. Me interesa el problema y la figura del padre, además del conflicto de interpretaciones. Mi libro también trata del arte de interpretar.   -Le cambio de tema. Usted escribió profusamente en los 90 acerca de la televisión, y en mucho de esos textos analizaba lo que sucedía en el programa de Mauro Viale con el caso Coppola. ¿Qué le pareció su entrevista de esta semana al "motochorro" de La Boca? No la vi, escuché comentarios. No voy a emplear la palabra basura que usa todo el mundo, porque creo que lo que hace Viale es lo que muchos progresistas también piensan más embozados. La idea de que la desigualdad social justifica el crimen se ha puesto de moda. De Baby Echecopar a Raúl Zaffaroni, el delito se ha convertido en un commodity mediático.   -¿Considera que los reclamos por mayor seguridad y las quejas por los excesos de garantismo en Argentina son justificadas? Resumo: la economía de las sociedades en casi todo el mundo es una economía de mercado. En ella hay competencia en todos los niveles ya que la concentración no ha eliminado la confrontación corporativa, sigue siendo feroz. Por lo tanto no hay igualdad, ni de resultados, y muchas veces tampoco de oportunidades. Quien piense que se puede organizar a la sociedad a partir de un Estado no tiene más que mirar la criminología política del siglo XX. Burocracias asesinas a cargo de la producción, de precios y salarios. Por ahora no hay mejor invento que un régimen capitalista con un Estado que controla y es controlado por representantes elegidos por voto secreto, que debe llevar a cabo a partir de una gestión eficiente y transparente una política fiscal que asegure el desarrollo humano en términos de educación, salud, vivienda y transportes. Sostener que la desigualdad es la madre de todos los males es demagogia.     -Sin dejar de destacar algunos de sus logros, usted ha sido uno de los críticos más lúcidos y duros del kirchnerismo. ¿Lo sorprende el actual descalabro económico? Todavía no es un descalabro, está en los bordes. No hay moneda, la oferta no alcanza, no hay inversión suficiente, se quiere estimular el consumo con subsidios, se acelera por miedo al freno. Para hablar en términos de semanarios económicos: las variables están para el carajo. Desde el 2007 Cristina perdió el rumbo. Igual que Menem, un proyecto reeleccionario, arrojó por la borda lo recuperado en los primeros tiempos.   Por último, usted apoyó y hasta llegó a asesorar a Hermes Binner. ¿Por qué cree que UNEN está rezagado en la actual carrera para el 2015? UNEN no tiene liderazgo, no tiene base social, no tiene programa, no tiene pensamiento, y es una agrupación de circunstancia que no resiste un soplo. Es una pena.   Fuente : Infobae.com

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