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Dos centenares de presos escaparon de la prisión de la ciudad de Bauru, en el estado de San Pablo, tras el enésimo motín de prisioneros desde el inicio del año, en el marco de una crisis sin precedentes en el sistema carcelario brasileño, y 79 fueron recapturados, según informó la policía.

La revuelta estalló en el Centro de Progressao Penitenciaria de Bauru y según los primeros informes de la Policía Militar, los reos incendiaron dos alas del edificio y al menos 200 de ellos lograron escapar, informó la agencia ANSA.

Aparentemente la protesta se desató porque un guardia le quitó el celular a un preso, sin embargo otras fuentes indican que se debió a las condiciones de hacinamiento en la prisión.

Según informó la Agencia Brasil el edificio “tiene una capacidad para 1.124 reclusos, pero contenía a 1.427”. Durante la protesta de los reclusos, y mientras siete camiones de bomberos intentaban apagar el fuego, 200 detenidos se fugaron.

La Policía Militar aseguró que rápidamente la situación fue controlada y algunos fueron recapturados. El capitán de ese cuerpo policial, Juliano Loureiro, declaró que “los presos están contenidos y se está contando. Hasta el momento no se sabe cuántos escaparon, pero la Policía Militar consiguió recapturar a 79”.

Asimismo se señaló que hubo heridos leves y ningún agente penitenciario fue tomado como rehén.

El país más grande de Sudamérica comenzó el año convulsionado por un motín que dejó 56 víctimas fatales en una cárcel de Manaos, producto del enfrentamiento entre dos bandas criminales que controlaban el penal.

Desde entonces estos hechos se han sucedido de manera continúa prácticamente todas las semanas y en distintos puntos del país.

La situación alcanzó un nivel tan crítico que hace una semana el gobierno federal resolvió utilizar a las fuerzas armadas para frenar los hechos de violencia en las prisiones.

Las malas condiciones de salud, provocadas por el hacinamiento no son una excepción brasileña. En toda América Latina la situación de los centros de detención es precaria. A esto se suma la violencia, también generalizada, de parte de las fuerzas penitenciarias que agudizan aun más los problemas ya existentes.