GENTE
9 de diciembre de 2015
El consultorio de Bernardo Stamateas: Perdí un ser querido...
El amor es como una tarjeta escrita de ambos lados, de un lado dice: "Te amo, quiero que estés conmigo", y del otro lado está escrito: "Tendré dolor cuando no estés"
Si a la mayoría de las personas les propusieran elegir entre estas dos opciones:
(1) nunca más tener dolor en la vida pero tampoco ser capaz de amar;
(2) poder amar toda la vida con el riesgo de sentir dolor, seguramente se inclinarían por la segunda opción.
Cada vez que sintamos dolor por la pérdida de un ser querido (lo cual es una constante en la vida), deberíamos recordar que duele, y a veces mucho, pero que también fue el riesgo que decidimos correr al elegir amar. Si amo, necesariamente me "apego" al ser amado y eso implica que la muerte "me separa" de esa persona. Lloramos porque hemos amado profundamente.
Lo cierto es que las cosas más significativas son aquellas que surgen con el dolor de la pérdida. ¡Seguí eligiendo amar a pesar de los riesgos!
Estos son algunos de los mitos más frecuentes sobre el dolor:
· El dolor no es un problema a resolver, sino una emoción a experimentar.
Si creés que el dolor es un "problema" que alguien tiene, probablemente le aconsejarás: "Distraete"; o "salí a pasear". Querrás aliviar el dolor del otro con frases tales como "a mí también me pasó", "tranquilizate", "ya estarás mejor", etc. El dolor no consiste en un problema, ni algo que precise un arreglo. Una persona que acaba de perder a un ser querido necesita de nuestra presencia silenciosa, nuestro acompañamiento y nuestro apoyo.
· El dolor no es una etapa a superar; el dolor se transforma y "nos" transforma.
No es posible superar el dolor. Este debe expresarse, gastarse, transformarse, cambiar junto con nosotros y evolucionar. Dicho proceso no tiene un tiempo determinado, cada ser humano lo vive a su manera, que es tal vez única. El dolor no es un pozo en el que caemos, sino un túnel oscuro que debemos atravesar y cada cual lo hará a su propio ritmo. El dolor es parte de nuestro camino y, al igual que sucede con el amor, muta a lo largo de la vida.
· No es cierto que si logro responder "por qué sucedió esto," tendré menos dolor.
El dolor es una pregunta sin respuesta. Todos los "porqué" del dolor son interrogantes que no deberíamos intentar resolver.
Estas son algunas verdades que debemos conocer sobre el dolor:
· El dolor es un proceso que se inicia frente a una pérdida.
Negarlo sería como intentar no sentir dolor cuando nos golpeamos un dedo o nos quemamos... ¡es imposible! Al dolor se lo observa (como un fotógrafo a punto de disparar su cámara) y se lo siente, no podemos luchar contra este ni evitarlo. No es necesario hacer nada, simplemente permitir que surja y experimentarlo, abrazarlo, mirarlo de cerca sin cuestionarlo.
· El dolor es universal; el sufrimiento es opcional.
El dolor es "aquello que siento"; el sufrimiento es "mi interpretación del dolor y mi reacción ante este". Si luchamos contra el dolor o lo suprimimos, se transforma en sufrimiento. La solución es observarlo y aceptarlo tal cual es.
· El dolor es el precursor de un nuevo nacimiento en la relación.
El dolor da nacimiento a una nueva relación. La muerte pone fin a la vida pero jamás podrá destruir una relación. La persona amada permanece viva para siempre dentro de nosotros. Si me lastimo una pierna, después de haber realizado el tratamiento, el médico me dirá: "Tiene que caminar aunque le duela". El dolor estará allí pero me ayudará a sanar.
· El dolor te recuerda que estás vivo.
El dolor te habla y te dice: "Tu corazón es lo suficientemente grande como para guardar esta relación en tu interior para siempre".
¿Qué hacer frente al dolor de una pérdida?
Tratate amablemente
Sé bueno con vos mismo, no te autorreproches, no te critiques, no te lastimes. Tu dolor es único y nadie podrá entenderte totalmente porque se trata de tu camino. Muchas veces tienen lugar "pérdidas liberadoras": aparece el dolor y el alivio al mismo tiempo, ya sea porque hay alivio del cuidador, o porque la muerte le puso un freno al maltrato. Son emociones que deberías permitirte sentir como parte del duelo.
Observá cómo crece la semilla que el otro dejó en vos
Existen dos clases de semillas:
· La semilla que la persona que partió sembró en vos, la cual continúa creciendo. Esa pérdida te dejó enseñanzas que te transformaron. Sin dejar de sentir el dolor por la pérdida, reconocé aquello que permanece aún hoy aquí, no lo pierdas de vista.
· La semilla que la persona que partió sembró en los demás. Hay también una huella de ese ser querido fuera de nosotros. Armá redes afectivas que te permitan compartir recuerdos de vivencias junto a quien ha partido.
Honrá y recordá a quien partió con un ritual
Podés hacer un álbum, escribir una carta, hacerles preguntas a los demás, contar historias o hablar de la persona que partió. También es muy aconsejable fijar un día para que toda la familia se reúna con el fin de compartir juntos recuerdos y emociones.
Usá tu dolor como un don para ayudar a otros
Es posible transformar el dolor experimentado ante la pérdida en un don para ayudar a otros. Solo el que sufrió hambre sabe lo que eso significa; solo el que fue abandonado sabe lo que es eso. Una vez que hayas atravesado el camino del dolor, serás capaz de decirle a los demás: "Yo pasé por lo que vos estás pasando hoy. Ánimo, estoy a tu lado".
Usá tu dolor del ayer como una herramienta para ayudar a alguien hoy.