INTERNACIONALES
20 de diciembre de 2014
La negociación secreta de EEUU y Cuba entre los herméticos muros del Vaticano
Que paso detras del anuncio de EEUU y Cuba de la apertura a las charlas diplomaticas.
Para entonces, las conversaciones con Cuba ya habían comenzado. Varias reuniones habían tenido lugar en la capital canadiense bajo riguroso secreto. Kerry puso al tanto a Parolin y comenzó a diseñarse la participación del Papa como intermediario válido. Estaban dadas las condiciones para que Francisco recibiera a Barack Obama y juntos hablaran sobre ese tema tan sensible para América Latina. El 27 de marzo fue la audiencia privada entre los líderes mundiales. No hubo testigos, pero el embajador Hackett hizo una jugada de cortesía con el resto de sus colegas en el Vaticano a los pocos días: invitó a todos a un desayuno formal, donde intercambiarían opiniones sobre la presencia del hombre más poderoso del mundo en la capital cristiana. El emisario de Washington expresó la satisfacción que mostró Obama al retirarse en el Air Force One. Y deslizó una intriga: ambos jefes de Estado habían hablado sobre temas sensibles más allá de Medio Oriente y cuestiones formales de los católicos en EEUU. Cuba, Alan Gross y un posible intercambio de prisioneros. NInguna palabra más salió de la boca de Hackett. Tras ese encuentro entre Obama y Francisco, fue el Papa quien tomó una iniciativa acorde con su filosofía de los "pequeños pasos". Hacia junio, el Sumo Pontífice envió sendas cartas al presidente norteamericano y al dictador Raúl Castro en las que los empujaba a llegar a un buen puerto en las conversaciones. No sólo impulsaba el intercambio de prisioneros, sino que también los alentó a "progresar en la relación bilateral", paralizadas desde 1961. La información era manejada por escasísimas funcionarios. Y fue en octubre cuando se pautó la más importante de las reuniones bilaterales con presencia vaticana. Fue en la Santa Sede y estuvo compuesta por un grupo de técnicos de Estados Unidos y Cuba. Allí garabatearon los últimos detalles de lo que sería la hoja de ruta que seguirían ambos países hasta el anuncio formal. En esa cumbre hizo falta de la austucia y la inteligencia del cardenal Parolin. El secretario de Estado vaticano fue el factótum para que las naciones concretaran un acuerdo.