El proyecto impulsado por el presidente de Brasil, Michel Temer, para reformar el sistema de pensiones y elevar la edad mínima jubilatoria provocó una encendida protesta de policías federales y municipales que ayer invadieron la sede parlamentaria en Brasilia.

A raíz de la polémica se pasó para hoy la presentación del borrador de la reforma que estaba prevista para ayer. La policía legislativa frenó a varias personas que intentaban entrar a la fuerza a la sede parlamentaria en Brasilia, para impedir que se apruebe el aumento de la edad de jubilación de los trabajadores del sector público, según imágenes mostradas por el canal Globo News.

En ellas se vio también a algunos manifestantes que habían llegado ya hasta las escaleras internas de la Cámara, así como cristales rotos en varias instalaciones. Varios sindicatos protestaban antes frente al Parlamento. Las fuerzas de seguridad emplearon gas pimienta y bombas de humo para repeler a los enardecidos manifestantes, según el portal Globo.

El Congreso debía debatir ayer la reforma de Temer, que prevé un incremento de la edad mínima de jubilación hasta los 65 años para los hombres y de 62 para las mujeres. La presentación del texto de ley propuesto frente a la comisiones del Parlamento fue aplazada para hoy debido a debates y cambios de última hora.

Temer intensificó en los últimos días sus esfuerzos para conseguir la aprobación de la medida, una de las más impopulares de su duro programa de ajustes para combatir la crisis económica. Brasil registró un retroceso del Producto Interno Bruto (PIB) superior al tres por ciento en los dos últimos años.

La reforma de pensiones fija un mínimo de años cotizados y una edad mínima. En Brasil la mayoría de personas se jubila ahora más temprano de acuerdo a los años trabajados en cada caso. La modificación "no va a afectar a los más pobres", aseguró Temer ayer durante una reunión con sus grupos aliados en el Legislativo, en la que defendió las "medidas complicadas" de su gobierno como necesarias.

"Estamos haciendo cosas serias para el país, que no repercutirán inmediatamente pero serán reconocidas más adelante", agregó el mandatario. En los últimos meses, el gobierno de Brasil emprendió una oleada de reformas neoliberales con la intención de reducir la inversión social y dar marcha atrás al estado de bienestar alcanzado durante las administraciones de Luiz Inácio Lula Da Silva y Dilma Rousseff, en medio de fuertes manifestaciones.

La congelación del gasto público por veinte años y, ahora, la reforma de la ley de pensiones tiene como objetivos, según Temer, la reducción del déficit público y la recuperación de la "confianza" de los mercados, en perjuicio de la inversión en sectores como la educación, la salud y la seguridad social.