Un total de 21 personas murieron este martes y otras 41 resultaron heridas en un ataque suicida perpetrado en el estacionamiento de la sede del Tribunal Supremo de Afganistán en Kabul en plena hora punta de salida de trabajadores.

El atentado tuvo lugar sobre las 16 hora local (8.30 hora argentina), y un mes después de otro ataque similar contra la sede del Legislativo y en pleno incremento de la violencia en Afganistán.

El atacante se inmoló con las bombas que portaba en su chaleco tras llegar a pie hasta el estacionamiento del máximo tribunal, un punto frecuentado por empleados del órgano judicial y vecinos de la zona, indicó a la agencia EFE el portavoz de la Policía de Kabul, Basir Mujahid.

"La mayoría de las víctimas son civiles porque el ataque se produjo cerca del bloque de apartamentos 8 de Macrorayan, que es una zona completamente residencial”, detalló la fuente, al agregar que también hay algunos empleados del tribunal entre los muertos y heridos.

El atentado, que se produjo cuando los empleados del Supremo abandonaban las instalaciones, causó 21 muertos, entre ellos 9 mujeres, y 41 heridos, según dijo en su cuenta de Twitter el portavoz del Ministerio de Sanidad Pública, Wahidullah Mayar.



La mayor parte de los heridos fueron trasladados al hospital Wazir-Akbar Khan, ubicado justo frente al lugar del ataque, mientras que 13 de ellos fueron llevados al centro médico local de la ONG italiana Emergency.

La organización humanitaria precisó en Twitter que cinco de los doce pacientes que permanecen hospitalizados en su centro se encuentran en estado “grave”, mientras que uno ha sido tratado en el ambulatorio sin ser ingresado.

El escenario del ataque, cuya autoría no ha sido aún reclamada por ningún grupo insurgente, se encuentra a apenas unos cientos de metros de la embajada de Estados Unidos en Kabul y del Ministerio de Salud Pública afgano.

Si bien los talibanes no se han pronunciado sobre la acción, en varias ocasiones declararon a los órganos judiciales del país como objetivos de su acción.

Este es el segundo ataque de gran envergadura registrado en la capital afgana en lo que va de año tras el que a mediados de enero llevaron a cabo los talibanes en las inmediaciones del parlamento, en el que murieron 38 personas y más de 110 resultaron heridas.

Afganistán vive un repunte de la violencia desde que la OTAN puso fin a su misión militar en el país en enero de 2015, en medio de un recrudecimiento del conflicto y un aumento en el número de víctimas civiles.

El presidente afgano, Ashraf Gani, condenó el ataque en un comunicado y lo calificó de “crimen contra la humanidad” y de “acción imperdonable”, con la que una vez más los enemigos del país mostraron su “enemistad con Afganistán”.

"Compadezco a las familias de las víctimas en el ataque terrorista en Kabul. La sangre de nuestra gente no es barata y no será malgastada", lamentó, por su parte, el jefe de Gobierno, Abdulá Abdulá.

También la misión de la OTAN en el país, Apoyo Decidido, y la embajada estadounidense condenaron la acción por producirse contra la Justicia afgana, uno de los “pilares” del Gobierno de Kabul y los “mismos cimientos” de la democracia afgana.

Este lunes, la misión de la ONU en Afganistán (UNAMA) informó de que el año 2016 fue el más cruento para la población civil en Afganistán desde que empezó a contar los fallecidos y lesionados en 2009, al contabilizar 11.418 víctimas (3.498 muertos y 7.920 heridos).

Las cifras representan un incremento general de las víctimas del 3 % más con relación a 2015, un aumento que fue aún más significativo en el caso de los niños.

Casi un millar menores fallecieron a lo largo del año y el número de víctimas entre ellos subió un 24 %.

En medio del recrudecimiento del conflicto, también las bajas entre las fuerzas de seguridad aumentaron el pasado año hasta alcanzar los casi 7.000 muertos hasta noviembre, según otro informe publicado la semana pasada por el Inspector Especial General para la Reconstrucción de Afganistán (SIGAR), del Congreso de EEUU.

De acuerdo con el SIGAR, el Gobierno afgano continúa perdiendo terreno ante los talibanes y controla ya apenas un 57 % del país.