La decisión de Donald Trump de suspender el ingreso a Estados Unidos de ciudadanos de siete países mayoritariamente musulmanes fue condenada por naciones como Irán e Indonesia, estimando que es un “regalo a los extremistas” y que “afecta a la lucha contra el terrorismo”. 

Aliados occidentales históricos de Estados Unidos también reaccionaron con condenas, como hizo este domingo la canciller alemana Angela Merkel, quien consideró que “no se justifica” el decreto en la lucha contra el terrorismo. 

El decreto Trump “pasará a la historia como un gran regalo para los extremistas y sus protectores”, afirmó el domingo el ministro de Relaciones Exteriores iraní, Mohamad Javad Zarif, en un tuit. 

Zarif agregó, en un segundo tuit, que “esta discriminación colectiva ayuda a los terroristas a reclutar ampliando la fractura iniciada por los demagogos extremistas”. Especialmente, aseguró, en un momento en que “la comunidad internacional necesita diálogo y cooperación para atacar las raíces de la violencia y el extremismo”, sobre todo en Oriente Medio. 

Teherán anunció el sábado que aplicaría la reciprocidad a ciudadanos estadounidenses. 

Por su parte, el ministerio de Relaciones Exteriores indonesio, país de 255 millones de habitantes en donde el 85% profesa el islam como religión, lamentó “profundamente” la decisión estadounidense. 

Pese a no figurar en la lista de siete países afectados por el decreto, Indonesia “lo lamenta profundamente porque considera que afectará al combate global contra el terrorismo” y se traducirá por “una gestión negativa de los refugiados”, dijo a la AFP el portavoz del ministerio, Arrmanatha Nasir. 

El decreto de Trump, que entró en vigor el viernes, prohíbe el ingreso durante 90 días a Estados Unidos de ciudadanos de Irak, Irán, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen. 

En Jartum, capital de Sudán, el ministerio de Relaciones Exteriores lamentó que esta decisión intervenga luego de derogadas las “históricas” sanciones económicas estadounidenses, el 13 de enero.  En Yemen, que se encuentra en guerra, sólo el gobierno dirigido por los rebeldes chiitas hutíes en Saná, no reconocido por la comunidad internacional, denunció el decreto. 

En Irak, la comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento pidió la reciprocidad con todas las medidas de Estados Unidos. 

Con la excepción de estas reacciones, ningún otro país de mayoría musulmana lo hizo oficialmente. De momento las monarquías del Golfo, Egipto, Turquía o los países del Magreb guardaban silencio.