Por Florencia Bombini
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Familiares, amigos y allegados de la menor Giselle Arrúa se convocaron en el barrio porteño de Parque Patricios en tres oportunidades en los últimos siete días, exigiendo su pronta aparición, tras más de dos semanas de ausentarse en su casa, por un hecho confuso y violento.

El mismo tuvo lugar en el complejo de viviendas conocido como Villa Zavaleta, cuando supuestamente un primo suyo se la llevó a la fuerza rumbo a la ciudad de Zárate, de donde es oriundo el sujeto, de acuerdo al testimonio de sus seres queridos.

El acusado está identificado como Nicolás y testigos afirman que estuvo preso tres años por un robo a un banco y que había salido días antes de lo que sucedió con la joven.

El pasado lunes 26 de diciembre, Giselle Solange Arrúa, que padece un retraso madurativo, se hallaba en su casa, del barrio porteño de Barracas, en compañía de un amigo, de su primo y de su madre, la que los abandonó por espacio de unos minutos para bañarse. En ese momento, "Nicolás Fava golpeó en la cabeza al chico que estaba con mi hija, que también es discapacitado, y se la llevó a ella", relató a "Crónica", Alejandra Gorosito, progenitora de la adolescente, de 16 años.

La mujer encabezó la búsqueda de su hija, teniendo la certeza que Fava, de 26 años, la trasladó a Zárate, donde reside, dado que el mismo individuo se lo reveló. Al respecto, Gorosito, detalló que "me llamó por teléfono y me dijo que no me la va entregar, la tiene en la casa de una familia amiga de él y me dejó en claro que no avise a la policía ni que tampoco quiere cámaras. El quiere un abogado. Yo no me puedo acercar porque me va a pegar un tiro si lo hago".

El argumento del primo de Giselle no fue demasiado claro para el círculo íntimo de la joven, quien reflejó profunda incertidumbre y desesperación. No obstante, Ariel, novio de Arrúa, consideró que "se la llevó a la fuerza por plata, la secuestró. Nos pidió una suma para que la volvamos a ver".

Desesperación
Ante semejante situación, denunciada en la Comisaría 32ª de la Policía Federal, la misma Alejandra, que sufre epilepsia y todos los días viaja a Zárate, se dirigió por sus propios medios a esa ciudad, para alertar a las autoridades policiales locales y registrar indicio alguno sobre el destino de su hija.

Sin embargo, sólo obtuvo "amenazas de parte de un grupo de amigos de Fava, quienes también me ordenaron que no lo denuncie a la policía sino Giselle iba a terminar mal".

A su vez, los pocos testimonios recolectados por la progenitora de la menor desaparecida, en la mencionada localidad, "no quieren declarar en la Fiscalía porque tienen que dar nombre y apellido y tienen temor, aunque dicen que lo ven a Nicolás manejarse con un Fiat Rojo y una moto". En tanto, Ariel, manifestó que "tengo miedo que cruce la frontera y escape con ella a Paraguay".