Este debate, el tercero entre los dos aspirantes, representa la última oportunidad para presentar sus ideas y propuestas ante millones y millones de telespectadores en la recta final de la liza presidencial.

Los aspirantes deberán polemizar en torno a una agenda que incluye temas de inmigración, economía y el nombramiento de un juez en la Corte Suprema de Justicia.

Pese a que tenían una agenda predeterminada, los dos choques previos se convirtieron en un verdadero festival de golpes bajos, acusaciones cruzadas, discusiones sobre la vida sexual y hasta amenazas de prisión.

Clinton se mantuvo alejada de los actos públicos en los últimos días, concentrada en la preparación del debate, que tendrá lugar en la Universidad de Nevada, en Las Vegas.

En contrapartida, Trump sostuvo una intensa agenda de discursos públicos y reservó apenas algunas horas de cada día para abordar con sus asesores la estrategia a seguir en el debate.

"¡Esta es nuestra oportunidad!”, dijo Trump en la noche del martes en uno de sus actos públicos.

El debate será moderado por Chris Wallace, periodista de la red Fox News, normalmente alineada con el Partido Republicano y fuertemente crítica de la administración del presidente Barack Obama.

Análisis

Para el analista John Hudak, del Instituto Brookings, Clinton “deberá hacer lo que hizo en los dos últimos debates: tratar de permanecer calma y dejar que Trump siga adelante con su proceso de autodestrucción”.

Tanto Clinton como Trump llegan a este debate acosados por las interminables polémicas de las últimas semanas.

En el caso de Trump, en los últimos días dedicó parte importante de sus discursos públicos a denunciar que la elección del 8 de noviembre será manipulada para garantizar la victoria de Clinton.

También se ha dedicado a golpear sin piedad a la prensa, a la que considera “deshonesta” por divulgar constantemente “ficciones” sobre él.

La agresiva retórica de Trump sobre la posibilidad de un fraude electoral llevó al presidente Obama a reclamar el martes que el polémico millonario “pare de quejarse”. Consideró que Trump era “irresponsable” al cuestionar el proceso electoral, pues “no muestra el tipo de liderazgo y firmeza que uno desea ver en un presidente”.