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Cientos de personas protestaron de modo mayormente pacífico en las calles de una militarizada ciudad estadounidense de Charlotte en la tercera noche de manifestaciones raciales, pese a que regía un toque de queda decretado después del fallecimiento de un hombre herido de bala el miércoles pasado.

Las protestas de anoche fueron menos violentas que las de los dos días anteriores, pese a que la policía lanzó gases lacrimógenos para dispersar a algunos de los manifestantes y que dos agentes fueron atendidos después de que los rociaran con un agente químico, de acuerdo con información del cuerpo.

Las protestas estallaron el martes después de que un policía matara a tiros al afroamericano Keith Lamont Scott, de 43 años, en el estacionamiento de un edificio de apartamentos mientras esperaba que su hijo regresara del colegio para recogerlo.

Pasada la medianoche y en vista de que los manifestantes, que protestaban de forma pacífica, no tenían intención alguna de abandonar las calles, la policía optó por no imponer el toque de queda y esperar.

Hacia la 1.30, la mayoría de las personas dieron por terminada la protesta y se dispersaron.

Al estado de emergencia se le unió el toque de queda que decretó la alcaldesa de Charlotte, Jennifer Roberts, a partir de la medianoche y hasta las 6 ante la tercera noche de protestas, una medida que "estará en vigor cada día" hasta que concluyan los disturbios.