Por Damián Juárez
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¿Qué votaremos el año que viene? La primera respuesta es que se renuevan los legisladores. Pero la pregunta más profunda es si, a la hora de ir a las urnas, vamos a ocuparnos de ver cuáles son los mejores legisladores que nos representen o si vamos a opinar sobre la marcha del gobierno de Mauricio Macri.

Todos los partidos políticos esperan el segundo escenario. Los comicios versión 2017 serán un plebiscito de la gestión del Presidente: si la gente está contenta con el cambio expresado en las urnas a fines de 2015 o busca otras opciones.

La marcha de la economía será clave. Tras un primer semestre de mucho ajuste, llega por fin la primavera desde todo punto de vista: inflación más baja y posible reactivación de la economía real. Habrá que ver cómo se sienten los bolsillos llegado el momento.

Hoy, Sergio Massa, Macri y el peronismo festejan casi por igual. Creen que el electorado está partido en tres tercios, y que se lo dividen de manera equitativa.

En la crucial provincia de Buenos Aires, termómetro de todo el país, desde el lado del oficialismo hay confianza en que la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal podrá trasladar gran parte de su excelente imagen del 60% positiva hacia el candidato que asoma con fuerza, Jorge Macri. También saldría a la cancha Elisa Carrió, con su impactante poder para denunciar hechos de corrupción del gobierno K.

Sergio Massa mide muy bien, pero si juega o no el año que viene es todo un interrogante. Los que conocen de cerca el ajedrez político dicen que está obligado a participar, que el Frente Renovador sin su figura es una cáscara con poco contenido, y que él garantizaría la renovación de los legisladores que se eligieron en 2013. Su cercanía a Stolbizer también le sumaría. También puede elegir no ser candidato, aunque en ese caso la apuesta sería muy riesgosa. Su fuerza política perdería legisladores y poder de negociación.

Por último, el peronismo debería encaminarse a la unidad. Cristina y Scioli siguen midiendo bien en el conurbano profundo, allí donde los votos se cuentan por millones. Por lo menos 20 puntos, aseguran. Tienen el problema de que un grupo de intendentes, aliados a su vez con gobernadores peronistas de la nueva camada -que se llaman a sí mismos Grupo Esmeralda- no quieren saber nada con ellos y buscan formular una segunda renovación peronista.

Desde el lado del kirchnerismo y del sciolismo, se analiza que este grupo no tiene candidatos ni la fuerza necesaria para cortarse solo y antes de ir a una interna terminarán fusionándose con ellos. Creen que esta maniobra para “despegarse” la hacen para negociar mejores lugares en las listas.

Una elección polarizada
Para muchos, la elección se terminará polarizando entre macristas y antimacristas, escenario que favorecería al peronismo y debilitaría las chances del Frente Renovador. Los peronistas que no están con Massa apuestan a que la situación se tense desde lo social, e imaginan un escenario donde la única pregunta sea si estás de acuerdo o no con Macri, lo que llevaría votos hacia una opción de oposición más radicalizada, donde el peronismo duro tendría mejor oportunidad.

Massa, por su parte, seguirá apostando a su perfil moderado y de oposición “no destructiva”. El ex intendente de Tigre se imagina que el kirchnerismo y lo que queda de él no podrá zafar de la diná- mica de hechos de corrupción por todos conocidos, y que el peronismo “lo irá a buscar” como refugio y garantía de futuro.

Así está planteado hoy el tablero. Lo que pase con la economía de la gente, el desempleo, las paritarias, las tarifas y la inseguridad jugarán también su rol. Pero está claro que nunca en una elección de medio término los argentinos votamos sólo legisladores. Los comicios serán un termómetro de cómo se sienten los argentinos con el gobierno de Cambiemos y posicionarán a las fuerzas que quieran competir por la presidencial en 2019.