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Por Javier García
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Ahí viene Andrés..., camiseta alusiva al título que River acaba de conseguir, gorro tipo galera con los colores rojo y blanco, medalla dorada colgada en el cuello, ojotas, pantalones cortos. Viene dispuesto a enfrentar a la prensa, que está ávida de saber qué quiso decir el crack cuando, en declaraciones para todo el Monumental, aseguró: “Nunca es tarde, muchachos”. Viene D’Alessandro y si bien su cara es de alegría, en sintonía con el clima que se vive a metros del vestuario Angel Labruna, donde la cumbia suena duro y parejo, su cara expresa otra cosa.

Eso es lo que siente Andrés Nicolás D’Alessandro, que se fue de River cuando tenía 22 años y volvió más de diez años después, y en la noche de la Recopa Sudamericana consiguió su primer título internacional con el Millo. “Nunca es tarde”, dijo. Y tiene razón.

“Volví al club que me formó como persona y como jugador, y mi vuelta hoy tiene un valor. Los primeros seis meses no fueron los mejores, pero nosotros sabemos cómo laburamos. Esto no es de un día para el otro. Este es un equipo que viene trabajando hace seis meses, y espero que sea el puntapié para lo que tenemos por delante”, D’Alessandro arranca firme sus respuestas ante Crónica y, parece, que todo vendrá por ahí. Sin embargo, el Cabezón patea el tablero y habla a corazón abierto de lo que significó su vuelta a River.

- ¿A quién le dijiste ese “nunca es tarde”?

- Por que nunca es tarde, viste. Me fui a los 22 años, volví al club después de muchos años y fui mirado de una manera diferente, con muchas dudas que la gente tenía y que todavía puede llegar a tener. Pero en mi cabeza no había dudas. Cuando decidí volver fue porque me siento vigente, con ganas, porque el fútbol todavía me moviliza y porque era River. Que era una espina que tenía. Volver al club que me formó, que me vio nacer, sabiendo que había cosas importantes para jugar. La línea es muy delgada. Hoy estoy muy feliz, muy contento de haber ganado, pero también sé que podía haber pasado otra cosa. Hay que valorar mucho el momento. Hay que tener un equilibrio, que no sos el mejor, ni el peor. Eso es lo más difícil en el fútbol.

Un sueño

El pibe que nació futbolísticamente en River siente que, título, cumple un sueño: “Cumplí el sueño. Que mi nombre esté en una copa internacional a los 35 años no tiene precio. No se nos había dado en 2000, 2002 y 2003. Hay que disfrutarlo, porque ya el domingo empieza otra cosa y no hay tiempo”. El Cabezón, además, elogió el planteo de River en Colombia, pese a las críticas que tuvo: “Siempre se habla, pero no saben lo que me pide el técnico, que lo sé yo solo. Me pide que juegue. Hicimos un partido técnicamente y tácticamente perfecto en Colombia, y mucha gente no lo vio eso. Nosotros hicimos lo que necesitábamos, que era no perder el partido. Si fuimos campeones fue, en gran parte, por ese partido”, subrayó.

D’Alessandro se sintió en la picota, aunque nunca lo dijo, hasta que pudo, finalmente, ganar algo: “Es parte de todo esto. Yo sabía a lo que volvía cuando decidí volver a la Argentina de nuevo. Las críticas productivas son muy buenas, pero la falta de respeto no lo fue”, se descargó el talentoso volante.

La continuidad

Obvio, otro tema candente es sobre su continuidad, y el “10” que juega con la 22 no le esquivó al bulto, aunque eligió no ser muy conciso: “¿Te parece que puedo pensar en eso? No quiero ni hablar de nada, el hincha de River es muy susceptible. Estoy tratando de convencer a todos los hinchas de River, quiero convencerlos de que nunca es tarde, no los convencí a todos todavía. Es difícil llegarle a todos, pero quiero que valoren el esfuerzo que hace uno”, cerró.