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17 de diciembre de 2024

El regreso de Los Piojos: la elegancia de Ciro y la historia detrás de su saco bordó

El grupo volvió a los escenarios tras 15 años con dos shows en La Plata, y el cantante lució una prenda cargada de simbolismos

>Durante años, La misión cayó, como antes, en manos de Marcelo Romano, el creador detrás de la marca Sazkat. La relación entre ambos no era nueva: Ciro y Marcelo habían cruzado caminos por primera vez en 2019, cuando un sueño se convirtió en alianza creativa. “Yo siempre había soñado con vestirlo”, reveló el diseñador que fusiona sastrería y rock, como quien cuenta una confesión irrepetible. “Llegué a él por contactos y desde el primer día que nos vimos tuvimos onda y la cosa fluyó naturalmente”. No se trata de un diseñador y un cliente, sino de una colaboración íntima, casi artesanal.

Marcelo sabía que algo grande estaba en el horizonte cuando los rumores empezaron a correr. En el atelier de Devoto, donde los diseños nacen entre café, cortes de tela y largas charlas, el intérprete llegó como quien sabe exactamente lo que busca. “Empezamos a cranear juntos lo que venía”, explicó Marcelo. La idea central era clara: un saco bordó, con una estética que combinara lo elegante y lo visceral, como un eco del espíritu de la banda. Para el resto de los trajes, Ciro y Marcelo eligieron tonos negros y azules, pero el bordó tenía un peso simbólico mayor. “Imaginate mi emoción cuando abrió el show con esa chaqueta y el 87 pintado en la espalda”, cuenta Romano, con la voz del que acaba de ver un sueño hecho realidad.

El saco, confeccionado en gabardina veneciana, es una pieza única. El número 87, referencia directa a los piojos en la Quiniela, no fue un simple estampado: fue pintado y desgastado a mano, en una intervención a cargo de Paula Balmayor y Dagga Crimson, artistas cuyo trabajo elevó la prenda a un objeto cargado de identidad.

Un artista, después de todo, se expresa también a través de lo que viste. En el caso de Ciro, el lenguaje de los trajes es tan importante como el de su voz. Cada prenda cuenta algo, habla con los movimientos, respira con los acordes.

El sábado en La Plata, cuando las luces del estadio se encendieron y la multitud empezó a rugir, Marcelo vio cómo su trabajo se convertía en parte de un momento histórico. el cantante salió al escenario con la chaqueta bordó, el 87 brillando en su espalda como un talismán de regreso. El público lo recibió como quien recibe a un héroe que vuelve de la guerra, con una ovación que era parte música y parte grito.

El regreso de Los Piojos fue mucho más que un recital. Fue un acto de comunión, donde las canciones se mezclaron con las lágrimas y las voces perdidas en el tiempo. Y ahí, entre los acordes de siempre y la voz de Ciro, las telas de Sazkat también hablaron, contando su propia historia: la de un regreso construido entre música, memoria y la magia de quienes siempre supieron que volverían.

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