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26 de septiembre de 2024

Guido Süller puso en venta la mansión de sus sueños: “Me quedé solo en una casa gigante”

En charla exclusiva con Teleshow, el mediático se mostró emocionado y contó los motivos que lo llevaron a tomar esta decisión

>Con su estilo despreocupado, fiel a su carácter, compartió con sus seguidores las razones detrás de esta venta: “Quiero mostrarles mi casa porque la puse en venta. ¿Por qué? No hay por qué. Es mi sueño hecho realidad”, lamentó en sus redes sociales. “Es tan hermosa que seguro la voy a extrañar. Pero ya está, es una decisión tomada, me esperan nuevos proyectos y sueños por cumplir. Ojalá que quien la compre la disfrute mucho, ya que la diseñé con mucho amor”.

Ubicada sobre un lote de 1200 metros cuadrados en un barrio privado de la zona de Pilar, y con una imponente vista al lago, es más que una construcción; es el reflejo de años de dedicación y sueños que, en sus propias palabras, no lograron materializarse del todo.

“Bueno, después de mucho pensarlo, tomé la decisión de ponerla en venta”, contó en una charla íntima con Teleshow sobre el máximo logro de su carrera entre planos y maquetas. “Era, es y será la casa de mis sueños, porque realmente lo tiene todo. La gloria de un arquitecto es lograr vivir en la casa que él diseñó”, afirmó con una mezcla de orgullo y resignación.

La Mansión Süller, como la bautizó la prensa, es más que una simple vivienda: es una obra maestra. Construida en el barrio privado San Sebastián, cuenta con 300 metros cuadrados, una pileta climatizada in-out, una cascada de seis metros de altura que divide el interior del exterior y desborda hacia una playa privada frente a un lago. El costado de la propiedad tiene su propio muelle, y en su interior alberga lujos como una sala de cine y una cocina inspirada en los bares retro de los años 50. “Es muy soñada. Tiene todas las comodidades”, dijo al describirla. De hecho, una reconocida revista de arquitectura y decoración la destacó entre las seis casas mejor diseñadas del país y la convirtió en tapa. “Me costó mucho sacrificio hacerla porque yo soy un trabajador jubilado de Aerolíneas Argentinas. Nunca nadie me ayudó, ni tampoco tengo ni contactos políticos, ni un padrino, ni un amante, ni un sugar. No tengo nada, solamente mi esfuerzo y mi trabajo. No conozco otra forma de conseguir las cosas”, expresó Guido.

Con el tiempo, se dio cuenta de que la mansión que había construido no coincidía con la sencillez que anhelaba. “Era como la casa de una estrella, al punto que en la puerta hay una baldosa con una estrella como en el Paseo de la Fama de Hollywood. La casa la hice pensando en el personaje, para la tele, para que venga la prensa a grabar”, admitió, al revelar la dualidad entre la figura pública y la persona real que ahora busca una vida más simple. “Descubrí que la felicidad no está en las cosas materiales. Cuanto más tenés, menos feliz sos. Los pobres son más felices que los ricos”, afirmó para resumir su nueva filosofía de vida.

Ahora, su mirada está puesta en un futuro más tranquilo, alejado de los lujos que antes definían su vida: “Me busqué una chacrita que no tiene más de tres hectáreas cerca de Buenos Aires, por Baradero, San Pedro”, donde celebra el contacto con la naturaleza y la vida sustentable: “Me levanto y no tengo que ir a la verdulería y comprarme una naranja para exprimirme un jugo. Yo tengo mis plantas de naranja, de mandarina, en un mes ya voy a tener duraznos, ciruelas, damascos, además de mis papas, batatas, cebolla de verdeo. Es un lugar muy sencillo, pero tiene ese calor de hogar. Amaso pan y la casa huele a pan casero y no hay nada más lindo que comer de lo que te da la tierra”, destacó.

Aunque aún no ha encontrado al comprador ideal para el inmueble, Guido está convencido de que el desprenderse de ella es parte de su evolución personal. “Una vez cumplida la meta de la casa de mis sueños, uno tiene que ponerse nuevos proyectos y nuevos sueños, porque si no, se viene la pregunta: ‘¿Y ahora qué?’”. Para él, la venta no es solo un cambio de escenario, sino la oportunidad de seguir soñando, proyectando y luchando por una nueva vida, lejos de los reflectores y cerca de la simplicidad que siempre buscó.

“Me gustaría que la persona que viva ahí la disfrute a full y entienda todo el amor, el cariño y el esfuerzo que yo puse para que ese terreno vacío se transforme en la Mansión Süller”, concluyó, dejando en claro que, aunque diga adiós a su majestuosa creación, su esencia siempre quedará en sus muros. Porque esta no es solo la historia de una casa que sale al mercado, sino el relato de un hombre que, después de años bajo el escrutinio público, busca encontrar la paz en la simplicidad del campo. Las veladas exclusivas, las reuniones en su mansión de ensueño y las risas compartidas con amigos y extraños parecen pertenecer a un capítulo que, si bien dejó huella, ahora llega a su fin.

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