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POLICIALES

3 de septiembre de 2014

Tragedia de los maestros: Loreto despide a sus hijos sumido en un profundo dolor

Toda la ciudad se volcó a los lugares donde despiden los restos de las víctimas del accidente. Once personas murieron, la mayoría de ellos loretanos. La crónica de un día donde toda la provincia se vistió de luto.

A las ocho menos cuarto de la mañana del martes último saltó la primera alerta de lo que sería un día negro para la provincia de Santiago del Estero, y en especial para la “Capital del Rosquete”. Una combi que llevaba pasajeros chocó de frente con un camión sisterna de combustible. Esta vez el tanque iba vacío, afortunadamente. Once personas, de las 15 que iban en el vehículo menor, murieron y otras cuatro resultaron heridas.

Loreto perdió a varios de sus hijos en el siniestro. Maestros de profesión la mayoría, viajaban a sus puestos de trabajo; otros a realizar trámites en la Capital de Santiago. A la altura de la localidad de Simbol, precisamente a 35 km. de esta Capital, fue el choque. Allí, el martes comenzó a ser negro y no pudo tomar color desde el mismo momento del accidente.

La combi había salido de la terminal de Loreto como todos los días a las siete y media de la mañana. Hipótesis y testimonios, sostenían que quiso pasar a un colectivo y se enfrentó con el camión de YPF. Fue arrastrada 30 metros, algunos de los cuerpos quedaron esparcidos sobre la banquina de la Ruta 9, y  otros fueron sacados de entre los hierros del vehículo.

El arduo trabajo de los bomberos y la policía, o de unos médicos residentes que pasaban por el lugar ni bien sucedió el choque, posibilitaron el inmediato traslado de los que aún estaban con vida. De ellos, una joven maestra de 27 años falleció a las 15 en el hospital Ramón Carrillo, cuando era intervenida quirúrgicamente. Pero su familia agradeció al cuerpo médico por todo lo que hicieron para salvarla.

A esa hora ya se ponían de acuerdo, de manera espontánea, algunos comerciantes de Loreto. Cerraban sus puertas como muestra de luto y acompañamiento a los familiares, amigos y compañeros de los fallecidos. Se vieron escenas desgarradoras en aquellos lugares donde eran velados los cuerpos.

Hasta el obispo de la Diócesis de Santiago del Estero, Vicente Bokalic Iglic, llegó para acompañar a los deudos. Estuvo también rezando en el Ramón Carrillo con los familiares de los que estaban internados. Y este miércoles presidirá una misa de sepultura, “pidiendo por el descanso eterno de almas de los maestros y vecinos que partieron a una vida mejor junto a Dios”.

“No hay explicación”, “”no entiendo porque estoy viva”, “cómo pudo pasarnos esto”, “vamos a rezar por los hijos que dejó”; frases que se escuchaban en entrevistas radiales o televisivas, que se leían en posteos en las redes sociales. “Loreto está de luto”, era el grupo al que se sumaban todos los vecinos que sintieron esta pérdida como propia, más allá que no tenían unión sanguínea con algunos de los fallecidos. El crespón negro en sus perfiles de Facebook demostraba el dolor que no encontraba explicación ante tamaña tragedia.

La gobernadora, ya por la mañana, había decretado dos días de duelo para toda la provincia. La ministra de Educacion, Mariela Nassif, se sumó y ordenó -mediante decreto también- que no haya clases este miércoles en todas las escuelas del departamento Loreto. Tampoco que acudan a las aulas en los establecimientos donde los docentes que murieron prestaban funciones.

A medida que se iban identificando a los fallecidos se conocían sus historias de vida. Dos de los ocupantes de la combi habían sido electos concejales el último domingo, por la lista del partido Encuentro Cívico. La división Relaciones Policiales difundía por la tarde los nombres de los fallecidos: Hugo Achaval (chofer), María José Toloza, Stela Marys Ibáñez, Claudia Teresita Díaz, Pedro Corbalán, María Noemí Álvarez, Alejandra Leguizamón, Ariel Darío Silva, Marisa González, Pedro Roldán y Gisela Marylin Gómez Leiva.

En los lugares de velatorio se veían decenas de personas, acompañando a los familiares. El día parecía gris, propio de esas jornadas de un invierno triste. Aunque esta vez la temperatura superaba los 30°.

En la plaza principal del pueblo las reuniones no eran como de costumbre, hasta los más chicos tenían la cara caída. Alguien se animó a decir que las rosqueteras pararon sus producción por primera vez en años, porque lo más delicioso de Loreto no les salía como de costumbre. La masa no leudaba o el merengue se cortaba. Quizás hasta el rosquete se tiñó de negro.

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