GENTE
12 de agosto de 2014
Las señales de la depresión
La depresión parece haber sido, según las primeras informaciones publicadas, la causa detrás de la muerte del famoso actor Robin Williams. Pero como este reconocido profesional, con un Oscar en su haber, hay millones de personas.
De hecho, es el trastorno psicológico que más afecta a la población occidental en nuestros días, habiéndose convertido en las segunda causa de baja laboral en la Unión Europea. Pero, ¿sabemos detectar a una persona que está deprimida, con el fin de ayudarle?
El término depresión viene del latín depressus, que significa abatido, derribado. Y todas las definiciones qeu encontramos coinciden en destacar el estado anímico negativo, bajo, con pérdida de interés por las diversas actividades y sensación de incapacidad o inutilidad para afrontar las diversas demandas cotidianas.
Expertos como María Jesús Álava Reyes explican que todo ello le produce al sujeto una apreciación de su propia persona muy negativa, que incrementa los sentimientos de indefensión y desesperanza por el futuro, propiciando actitudes muy negativas y pesimistas con el entorno, a las que a veces nos cuesta ponerle nombre.
¿Cómo se manifiesta la depresión? Macarena Fernández Hoyo lo explica en el libro La psicología que nos ayuda a vivir. "Este trastorno psicológico se manifiesta en tres niveles de respuesta: en el cognitivo, que es el pensamiento de la persona, en el fisiológico/emocional, y en el motor. Estos dos últimos forman parte de la conducta observable por el resto".
Fernández Hoyo describe los síntomas de la siguiente manera:
1) A nivel cognitivo o del pensamiento: La manera de observar el mundo y los diversos acontecimientos es muy pesimista y negativa. Es como si viviéramos en un túnel muy oscuro, donde no encontramos sentido ni aliciente en la vida, y donde mantenemos un elevado nivel de desesperanza sobre nuestro futuro. Todo ello ello nos induce a pensar que la vida es absurda, y que no merece la pena continuar formando parte de ella. Nos volvemos susceptibles a la opinión de los demás, interpretando con frecuencia que seremos rechazados. La idea que tenemos sobre nosotros es muy negativa. Observamos que todo nos cuesta mucho esfuerzo, que no somos capaces, como otras personas de nuestro entorno, de atender a las diversas demandas cotidianas. Por ello nos sentimos inútiles y una carga para los demás, lo que hace que experimentemos intensos sentimientos de culpabilidad. Esto hace que sea posible que las ideas suicidas empiecen a aparecer como posible solución a nuestra desesperada situación. En casos de mayor gravedad pueden aparecer incluso ideas delirantes y alucinaciones.
2. A nivel fisiológico/emocional: Nos inunda un sentimiento profundo de tristeza, con explosiones de llanto incontroladas. Nos sentimos muy cansados, agotados... Aparecen alteraciones del sueño: insomnio o hipersomnia (dormir en exceso). Perdemos el apetito y el deseo sexual. En muchas ocasiones se presentan también problemas de ansiedad y taquicardia, con sensaciones de opresión en el pecho.
3. A nivel motor o del comportamiento: La inactividad o pasividad es la principal característica de la persona deprimida. Tendemos a aislarnos socialmente. Perdemos el interés por actividades que en el pasado nos satisfacían. Nuestro modo de actuar, en general, se manifiesta enlentecido. La evitación se convierte en la respuesta más frecuente, se evita el contacto social, las actividades cotidianas, incluso se puede dejar de ir al trabajo, o efectuar determinados comportamientos para afrontar los problemas.
4. En el trastorno bipolar o trastorno maníaco-depresivo, la fase maníaca se caracteriza por comportamientos en el extremo opuesto de los citados anteriormente. De manera resumida en el libro "La psicología que nos ayuda a vivir" se enumeran una serie de respuestas características de esta fase maníaca: Aparece un sentimiento de euforia excesiva, falta de inhibición ante comportamientos que entrañan un riesgo, sin valorar posibles consecuencias negativas. Disminución de la necesidad de sueño. Pensamientos acelerados. Aumento de la autoestima, con ideas de grandeza. Excesiva locuacidad (conversación excesiva). Aumento del deseo sexual. Comportamientos inapropiados en situaciones sociales, o implicación excesiva en actividades placenteras, sin valorar posibles repercusiones negativas. En general, la persona se siente con una fuente de energía excesiva, con inusual agudeza o creatividad del pensamiento.