La estudiante universitaria denunció haber sido víctima de discriminación en un boliche porteño, donde le negaron la entrada por "no tener un pelo más femenino", mientras desde el local bailable Jannoy Disco negaron el hecho y aclararon que "jamás” impidieron el ingreso de alguien “por su orientación sexual o por tener rastas".

Paula Cáceres radicó el miércoles una denuncia en la Defensoría LGBT, organismo que depende de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires y que cogestionan el Instituto contra la Discriminación y la Federación Argentina de Lesbianas, Gays Bisexuales y Trasn.

"Recibimos la denuncia y vamos a hablar con los propietarios para que, de comprobarse el hecho, expresen alguna disculpa y reparen el hecho discriminatorio", dijo María Rachid, titular del Instituto contra la Discriminación de la Ciudad.

Según contó Cáceres en su perfil de Facebook  el sábado último fue con un grupo de amigos al boliche de avenida Córdoba 2988, para festejar un cumpleaños.

"Cuando tranquilamente esperaba para que lleguen todos los amigos que pasaban por la lista de cumpleaños de mi amiga, el patova le dijo a la cumpleañera que yo no podía pasar con el pelo así: tenía que tener un pelo normal, más femenino, y no una rasta y el pelo rapado", escribió la joven en Facebook.

"Yo no quería pelear, quería que (la cumpleañera) la pase bien en el lugar que había elegido y odié ser un obstáculo para ello. Pero luego, caí, el obstáculo es ese boliche, la discriminación, las normas que le bajan a los patovas, es la cuota de identidades heteronormadas que ponen para llenar sus boliches", continuó.

Rachid reflexionó que "son situaciones que se dan más frecuentemente de lo que una esperaría" y que muchos de esos casos luego no se traducen en denuncias porque las personas discriminadas "prefieren ir a otro lugar".

"En los boliches existen los mismos criterios discriminatorios que en el resto de la sociedad, con el agravante que piensan que el derecho de admisión los faculta a discriminar, cuando ningún criterio puede violar las leyes de un país", dijo.

Bruno, uno de los socios propietarios del boliche desmintió lo denunciado por la joven y aseguró que en 11 años de existencia, "jamás impedimos el ingreso de alguien por su orientación sexual o por tener rastas".

"Si vos te fijás en los álbumes históricos de nuestro perfil de Facebook, vas a ver que hay fotos de chicos o chicas besándose y gente con rastas", aseguró.

"Las únicas veces en que no permitimos el ingreso es cuando atenta contra la seguridad del local o de las personas: si la gente de seguridad evalúa que están alcoholizados o bajo el efecto de alguna droga, no ingresan. Tampoco si vienen de ojotas, por su propia seguridad, porque se pueden cortar", agregó.

No obstante, el empresario aseguró haber consultado al personal de seguridad privada que trabajó esa noche en la puerta del local, quienes "me dijeron que no recuerdan el hecho puntual" pero que "de ninguna manera le pueden haber dicho eso que dice la chica”.