Por eso los especialistas recomiendan evitar ciertos hábitos que dañan el hígado y hacen de la resaca, un estado tormentoso. Lo ideal es hidratarse con agua pura y dejar que el organismo descanse.

1. Tomar café
Existe una infundada creencia de que el café ayuda a acelerar el metabolismo y a aliviar los efectos de la resaca. Pero de todas las opciones es la menos efectiva, ya que la cafeína agrava el estado de deshidratación del cuerpo y evita el descanso del mismo.

2. Automedicación
Para aliviar el dolor de cabeza producto de la ingesta de alcohol, muchas personas optan por tomar pastillas. Sin embargo, esta es la peor opción y la más peligrosa. En primer lugar, porque la automedicación está contraindicada y en segundo lugar, porque algunos medicamentos como las píldoras para dormir o los relajantes contienen sedantes que, combinadas con el alcohol, pueden ser tóxicas para el hígado y además alteran aún más el sistema nervioso.

3. Una cerveza no quita la resaca
Es falso que un vaso de cerveza o licor elimine los efectos de la resaca. Al incrementar la dosis de alcohol en la sangre, el cuerpo tarda más en procesar las toxinas y entorpece la recuperación del organismo.

4. Tomar una ducha de agua fría es contraproducente
La baja temperatura del agua puede poner el cuerpo en shock o empeorar los dolores de cabeza. Lo recomendable es tomar un baño de agua caliente, que contribuye a relajar los músculos, a traspirar y a eliminar toxinas.

5. Las comidas grasosas agravan la resaca
Lo peor que se puede hacer después de ingerir alcohol es consumir alimentos grasosos o algún tipo de frituras con contenido de grasas saturadas. Esto se debe a que el alcohol se procesa a través de las mismas vías metabólicas que la grasa. Cuando el cuerpo está metabolizando el alcohol, pone las grasas a un lado y el organismo no puede procesar ambas sustancias al mismo tiempo.

6. Bebidas gaseosas
Diversos estudios han puesto de manifiesto que las bebidas gaseosas empeoran las resacas. La razón es que este tipo de bebidas abren el píloro, la válvula que conecta el estómago con el duodeno. Por ello, el alcohol es absorbido más rápidamente y alcanza con más velocidad el intestino delgado, por donde pasa a nuestra sangre.