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7 de marzo de 2025

Un agujero negro supermasivo en movimiento rápido podría resolver un misterio astronómico de décadas

Un evento cósmico en la galaxia 3C 186 pone en duda hipótesis sobre la interacción de estos fenómenos

>Un raro evento cósmico ha captado la atención de la comunidad científica: la posible colisión y posterior expulsión de un agujero negro supermasivo (SMBH, por sus siglas en inglés). Este fenómeno, observado en la galaxia 3C 186, ubicada a unos 8.000 millones de años luz de la Según informes de New Scientist, este agujero negro está desplazándose a más de 1.000 kilómetros por segundo, la velocidad más rápida jamás documentada en un objeto de este tipo.

El problema del último pársec establece que las fusiones entre El equipo de investigación, liderado por Marco Chiaberge de la Universidad Johns Hopkins, utilizó los telescopios Very Large Telescope (VLT) en Chile, Subaru en Hawái y el Hubble para llegar a estas conclusiones.

Chiaberge y su equipo analizaron con mayor detalle la luz emitida por el disco de acreción que rodea al agujero negro. Identificaron un marcado desplazamiento hacia el azul, una señal generada por la velocidad extrema con la que el agujero negro se mueve hacia el observador.

El gas en la región circundante mostró menos signos de desplazamiento hacia el azul, lo que implica que el agujero negro supera la velocidad de la galaxia que lo alberga”, destacaron las observaciones recogidas por New Scientist.

La fusión y subsecuente movimiento de este agujero negro proporciona una validación adicional de la teoría de la relatividad de Einstein, que predice que los choques de estos gigantes cósmicos generan ondulaciones en el tejido espacio-tiempo. El equipo empleó simulaciones de relatividad numérica para modelar el sistema y explicó que esas ondas gravitacionales se propagaron en una dirección, mientras que el agujero negro fue “retrocedido” en dirección opuesta.

La relevancia de las ondas gravitacionales ha sido confirmada en otras investigaciones recientes, como las realizadas por las redes Pulsar Timing Arrays, que identificaron ondas gravitacionales en frecuencias extremadamente bajas. Si bien estas no pueden ser directamente observadas en eventos como el de 3C 186, estudios futuros podrían profundizar la comprensión de estas dinámicas a través de observatorios espaciales propuestos como LISA.

Con una masa estimada en mil millones de veces la de nuestro Sol, se cree que el agujero negro en 3C 186 desempeñó un papel clave en el desarrollo del núcleo galáctico que lo alberga. Este queda definido como un cuásar extremadamente brillante, reflejo de los procesos violentos de acreción gravitatoria.

Con base en estudios recientes, se estima que la fusión que desplazó este agujero negro ocurrió hace aproximadamente 56 millones de años. Según indicó el informe de Cornell University: “El agujero negro permanece rodeado por un disco de acreción perforado que se reorganizó lentamente tras el evento de impacto”. Además, el cuásar tiene un período de actividad restante estimado de unos 33 millones de años, convirtiéndolo en un candidato idóneo para estudios adicionales.

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