27 de enero de 2025
Cómo la NASA planea transformar la investigación en órbita cuando desmantele la Estación Espacial Internacional

La Agencia Espacial de EEUU tiene múltiples proyectos de exploración del cosmos a partir del 2030, cuando ya deje de operar el laboratorio que orbita la Tierra. Los detallados planes y cómo será el fin de la mayor estructura construida fuera de nuestro planeta
La estrategia de microgravedad presentada por la NASA incluye 13 metas y 44 objetivos, divididos en áreas clave como ciencia, tecnología, desarrollo de infraestructura comercial y participación pública. Entre los propósitos más destacados está la creación de estaciones espaciales operadas por entidades privadas, un pilar esencial para garantizar la sostenibilidad de las operaciones en órbita baja y reducir los riesgos asociados a futuras misiones humanas hacia Marte.
“La transición hacia estaciones espaciales comerciales será clave para mantener el avance científico y tecnológico”, señaló Robyn Gatens, directora de la EEI.John Keefe, director de integración de estrategias interinstitucionales, remarcó que la colaboración será central en el éxito de esta transición. “Los objetivos que hemos establecido ayudarán a garantizar que la NASA esté posicionada para satisfacer las necesidades actuales y futuras”, declaró, subrayando la importancia de una participación activa de socios gubernamentales, comerciales y académicos.
La NASA ha otorgado un contrato a SpaceX para que construya el vehículo desorbitador (DV), con un valor de hasta 843 millones de dólares. Según Dana Weigel, gerente del programa EEI en el Centro Espacial Johnson, este dispositivo será lanzado aproximadamente un año y medio antes del último encendido de reingreso. El vehículo contará con 46 motores de cohete Draco y transportará cerca de 15.876 kilogramos de propulsor, una capacidad significativamente mayor a la de las naves actuales utilizadas por SpaceX.
Sarah Walker, gerente senior de la compañía, destacó que el DV también tendrá capacidades avanzadas de generación y almacenamiento de energía, necesarias para operar junto con la ISS durante 18 meses antes de la maniobra final.La complejidad de la EEI, con una longitud de 66 metros y un ancho de 94 metros, presenta retos importantes para modelar su reingreso. Está compuesta por módulos presurizados, paneles solares y elementos estructurales que cumplen funciones clave como generación de energía y control térmico. Durante el reingreso, los paneles solares y las antenas se desintegrarán primero en la atmósfera, mientras que los módulos y estructuras más grandes podrían sobrevivir parcialmente al descenso, dejando restos del tamaño de un automóvil que caerán en el océano.
La operación también subraya la importancia de la colaboración internacional en el manejo de infraestructura espacial. Desde su puesta en órbita en 1998, la EEI ha sido un esfuerzo conjunto entre agencias de Estados Unidos, Europa, Rusia, Canadá y Japón. Para su retiro, estas instituciones trabajan en un plan que prioriza la seguridad terrestre y minimiza el impacto ambiental. La desintegración controlada responde a la necesidad de evitar un escenario de reingreso no controlado, que podría afectar cualquier zona situada entre las latitudes 51.6º norte y sur.Tradicionalmente, maniobras de mantenimiento de altitud se realizaban con naves rusas Progress o Cygnus de Northrop Grumman, pero la NASA optó por desarrollar una solución personalizada que aborda los desafíos únicos de desorbitar la EEI. Sarah Walker describió esta tecnología como “una respuesta integral para garantizar un reingreso seguro”.
La misión del DV también es un recordatorio de los avances logrados en la exploración espacial y del legado de la ISS como laboratorio de investigación en microgravedad. Durante sus más de dos décadas en órbita, la estación ha permitido descubrimientos en campos como la biología, la física y la ciencia de materiales, además de ser un símbolo de cooperación internacional.El proceso de reingreso planeado también pone de manifiesto los retos asociados al manejo de estructuras orbitales masivas. Los ingenieros han tenido que modelar cuidadosamente la interacción de la estructura de la EEI con la atmósfera terrestre durante el descenso. Esto incluye prever el comportamiento de los paneles solares, radiadores y módulos presurizados bajo temperaturas extremas y fricción.
El aspecto financiero también representa un factor crítico en esta operación. El presupuesto adicional solicitado por la NASA refleja no solo el costo directo de la construcción y lanzamiento del DV, sino también los recursos necesarios para las pruebas, los ajustes operativos y la supervisión internacional que aseguren el cumplimiento de las regulaciones espaciales.