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16 de agosto de 2024

La soja, el síndrome de Estocolmo y las oportunidades perdidas

El poroto atraviesa su peor momento en muchos años. Por desgracia ha mostrado sus mejores precios coincidiendo siempre con los gobiernos más irresponsables en el manejo de la cosa pública

>El planeta sojero acabó por desplomarse el viernes pasado cuando el USDA confirmó que se esperan abultados volúmenes de la oleaginosa en Estados Unidos y en Brasil. Demasiada oferta para una demanda que no ha evolucionado de la misma manera. Viene pasando desde hace unos años, y en algún momento la ecuación iba a tornarse explosiva.

Sin dudas la relación stocks/consumo en Estados Unidos es una pesada carga para los precios en Chicago, y explica perfectamente la evolución negativa de las cotizaciones. Una vez más, hay mucha Incluso el escenario puede ser un poco peor. Más de un analista cree que el último dato del USDA referido a las exportaciones estadounidenses de soja 2024/25 es demasiado optimista, y que por ende los stocks finales que se manejan oficialmente también lo son. Será clave la suerte que le toque a la producción sudamericana que empieza a sembrarse en algo más de un mes. Parece que solo una campaña fallida en esta parte del mundo podría llevar muchos negocios hacia Estados Unidos.

No falta quien indica que la realidad de este país no es la del resto de los exportadores de soja, pero todos reconocen que inevitablemente el retroceso en Chicago impacta de una punta a la otra del planeta. Los precios de Estados Unidos son hoy los más baratos del mundo y a valores constantes uno de los más bajos de la historia. “En las últimas tres semanas los precios de la soja norteamericana han bajado más de lo que cedió el poroto brasileño respecto del cliente chino”, enfatiza un trader del vecino país.

Precisamente, esta semana los precios del poroto en la posición cercana llegaron a vulnerar la resistencia registrada durante aquella guerra comercial, lo cual es grave. “Cuando China intervenga en nuestro mercado, será un buen indicador de que se ha tocado fondo. ¿Querrá hacerlo ya o habrá que ir más abaja todavía?”, se plantea un bróker estadounidense.

En el medio queda una duda profunda, y hay un montón de interrogantes hacia delante. ¿Los chinos, pragmáticos, están comprando poca soja en Estados Unidos por recelo y sed de venganza, o sencillamente con la avalancha de poroto que ofrece Brasil alcanza y sobra?

Si este es el caso, estamos ante un problema más profundo y delicado, porque Brasil va ahora por monumentales 170 millones de tonelada en 2024/25, y no piensa parar. De un modo u otro la depreciación del real volvió a darle oxigeno a sus productores. Se trata de un proceso de tal magnitud que hizo que algún analista especulara con la posibilidad de que Brasil termine siendo el único proveedor de soja de China, algo que por ahora ninguna de las partes está dispuesta a asumir, aunque nunca se sabe.

El rompecabezas se ha ido armando. Tenemos cotizaciones internacionales muy pobres y las razones son atendibles. En este escenario la situación del productor argentino es aún más delicada. Con precios llenos el farmer estadounidense no llega a cubrir sus costos, qué decir del habitante de estas tierras, que además debe soportar valores que en dólares verdaderos apenas superan los USD 210. En Nueva Palmira, Uruguay, se pagan USD 351, en Brasil se habla mayormente de USD 360-370.

Entre nosotros casi todas las cuentas le dan en contra a la soja. Se calcula que desde la devaluación de diciembre pasado el disponible se ha incrementado un 12%, frente a una inflación acumulada del 80%. El poder de compra de la oleaginosa se ve muy deteriorado. “La soja con retenciones del 33% y ajustada por la inflación de Estados Unidos cotiza alrededor de 100 dólares reales la tonelada a valores de 2001″, se queja un productor.

Hay un detalle más. Seguramente se trata de una casualidad, pero todo el mercado ha notado hace rato la situación. El hecho anecdótico es que la soja se comporta como lo haría una persona secuestrada que se siente cómoda conviviendo con sus captores. En un remedo de lo que se conoce como síndrome de Estocolmo, el poroto ha venido obsequiando sus mejores precios a los gobiernos más intervencionistas que ha tenido la Argentina, casi con exclusividad por cierto.

Los mayores ingresos generados por la oleaginosa se dieron con los gobiernos más desaprensivos en materia de gasto público, dinero dilapidado que implica oportunidades perdidas para todos y un país que demora su salida del estancamiento. Equivale a la falta de obras de infraestructura, caminos deteriorados, hospitales y escuelas en malas condiciones.

Ahora resta cruzar los dedos e imaginar que el piso no puede estar muy lejos. “La soja está extremadamente vendida en Chicago, desde el punto de vista técnico debería ser suficiente”, explica un bróker. Otros creen que al haber tocado un soporte histórico, se podrían observar compras por parte de los grandes fondos. Este martes la oleaginosa cerró mixta y volvió a encender las alarmas.

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